Un garabato de Orozco me pregunta si relamente veo lo que él pintó. La pregunta cae en mi ahora, de si aprecio en verdad lo que miro de la misma forma que el quiso transmitir eso que veo. Es una pregunta dura de roer pues la subjetividad a veces enaltece al arte y a veces lo discrimina por desatinados juicios.
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